“Esto pasa una vez: romper y ganar. En otro momento, no gano ni a ganchos (sic)”, fue sincero Pablo Morán. El ganador de la cuarta fecha del Campeonato Provincial de Rally ni pensaba en la posibilidad de triunfar en Juan Bautista Alberdi. “Fue muy atípico. Empezamos cansados porque los últimos días trabajamos para dejar en condiciones el Fiat 128 de mi hermano”, comentó el concepcionense que corre en la clase N-1. Como consecuencia, el VW Gol, que fue el más veloz en los tramos alberdianos, no recibió la atención que se necesitaba. Sin embargo, tuvo lo suficiente para ganar. “Sufrimos las consecuencias de la poca preparación; en el primer tramo nomás se rompió la caja de cambios”, advirtió Morán. El binomio que completa Pablo González solucionó el problema y el auto empezó a responder.
Tras la primera asistencia, luego de dos tramos, vaya sorpresa para Morán: pese a no tener la tercera marcha estaba segundo en el clasificador general. Entonces ¿pensaba en una victoria? “No tenía ni idea que estaba en esa posición hasta que salí de la asistencia. Pensé que, fácil, estaba décimo. Cuando lo vi a Fabián Scalora con un neumático pinchado en su auto en el segundo tramo, estaba convencido que había compensado lo que había perdido, pero sólo en mi categoría”, explicó. El líder hasta la primera asistencia era Andrés Reginato que, ante la deserción de su papá Miguel (rompió motor), tenía buenas chances de triunfo en su clase A-7 y en la carrera, pero tuvo problemas en la caja de cambios y abandonó. Así que Morán debía lidiar primero con el auto que no estaba preparado de la mejor manera y luego con Scalora que lejos de preocuparse por el retraso de la pinchadura salió a cazar a Morán y con los dos A-6, del santiagueño Pablo Peláez y de Juan María Posse, que quedaban en competencia.
Posse abandonó también por la rotura de la caja en el último especial y Peláez, que estrenaba auto, fue el sobreviviente de la clase, pero quedó a más de 13” del ganador. “Para que Peláez no nos gane la general, tuve que acelerar al máximo en el último especial”, reconoció Morán la intensa oposición que impuso el santiagueño.
Scalora, incansable batallador hasta el final, quería dar más pelea todavía. “Me hubiese gustado no pinchar para correr mano a mano con ‘Pablito’ que es un muy buen piloto y tiene un auto que anda muy bien”, lamentó el piloto que quedó tercero en la general. Gustavo Nazar completó el podio de la N-1 y quedó quinto en la general.
Antes, en el cuarto puesto, se ubicó Ricardo Fernández que con un VW Gacel aceleró hasta su primera victoria en la N-6. “Lo venía buscando hace muchos años desde que empecé a correr en 2009”, reconoció sonriente.
La competencia y la solidaridad se dieron la mano en los caminos
En los deportes automotores se busca acelerar al máximo. Pero hay situaciones que obligan a frenar, a veces hasta detenerse por completo. Un accidente de un rival es una de esas situaciones.
El binomio integrado por Ramiro Aráoz y Juan Pablo Moreno Crespín pasó por ese episodio. “En el segundo prime largo lo vimos a Juan Martín con el cartel de S.O.S”, relató Aráoz. Si bien el Fiat 128 podía seguir y dar aviso en la mesa de control, la máquina guiada por la voluntad de su piloto detuvo la marcha. “Es la primera vez que me pasa y considero que hay que parar sea quién sea”, reconoció. No sólo una cuestión de juego limpio motiva el pensamiento de Aráoz, también la filosofía que su profesión de médico lo hace abrazar. “La asistencia que le hice fue, sobre todo, para tranquilizarlo. Tenía un trauma de tórax por lo que su sensación era de no poder respirar. Tomé los parámetros vitales y controlé que no haga una hipotermia”, detalló Aráoz.
El médico dio auxilio a Alfredo Espadín (h), navegante de Martín, que fue derivado a Concepción y dado de alta. Un gesto parecido tuvieron Carlos Brunello y Franco Barrionuevo quienes se detuvieron ante el accidente que sufrieron Ernesto Lord y Esteban Quinteros, sin consecuencias físicas.